José Lorenzo Canchola

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Quién es



JOSÉ LORENZO CANCHOLA 

 

              Es un escorpión nacido en Cuerámaro, Gto. Desde muy joven comenzó a enfocarse en actividades escénicas y, finalmente, decide profesionalizarse y estudió la carrera de teatro obteniendo el grado de Licenciado en Literatura Dramática y Teatro por la Universidad Nacional Autónoma de México y Maestro en Aprecición y Creación Literaria.
 
           
                        Dentro del quehacer profesional se desarrolla en la dramaturgia, la dirección y la actuación, así como en el periodismo y desde hace un par de años incuriosa en la narrativa, género dentro del cual tiene dos publicaciones; además, dedica gran parte de su tiempo a la docencia.

           
                        A la fecha se han puesto en escena más de una docena de obras de su autoría, entre las que destacan "Huacach" (Montaje que fue reconocido dentro de las mejores obras de teatro adolescente a principios de los ‘80), "Musa de Cartón", "Las animas encadenadas" (texto por el cual obtiene el Premio Metropolitano de la Juventud), "S. XXI, La gran aventura", "Los sueños del silencio" y "Aveturero" (la cual desde el 2004 se pone anualmente en escena en el mes de julio patrocinada por el Gobierno del Distrito Federal). El montaje más reciente en el cual participó, producido por Difusión Cultural Casa de la Cruz, es La Vida Inútil , basado en los textos de José Rubén Romero, Las criadas, de Jean Genet y Las Orejas del Conejo, de su autoría. 

                     En el área de medios masivos, ha trabajado para la radio y televisión, como actor, director y guionista, siendo, dentro de esta área, acreedor al Premio Nacional de Radionovela Histórica; algunos de las teleseries para las cuales escribió se han traducido a diferentes idiomas y transmitidos en más de diez países. En la disciplina del guionismo, ha formado varias generaciones de guionistas de radio y TV, materias de las cuales fue titular por más de diez años en la Universidad Iberoamericana, e impartiendo el Taller de Guoinismo en la UACMX.

 

En este sitio, se incluye material del interés de José Lorenzo, así como fragmentos de algunas de sus obras, entrevistas  y viedos, entre otros recovecos.


 

 
                         
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"La necesidad de hacer Comedia"


Aristóteles basa su poética en el arte de la mímesis, pero ésta no es sólo "imitación" de lo real, sino "artificio", una "elaboración del poeta" sobre lo real, a la que además imprime su propio estilo. Lo cierto es que nos encontramos ante un problema al pretender hacer una mímesis de la vida misma, cuando la vida cotidiana resulta ser una imitación de otros códigos que conformarán su propia semántica, la cual se verá afectada según la cultura a la que nos remitamos.

   Nos creamos y recreamos, adaptándonos a las necesidades para formar parte de una sociedad que exige la adecuación de sus integrantes y así considerarlo como miembro sustentable. Aquellos que no se ajustan al código que impone lasociedad, dentro de un momento y lugar específico, son aislados o incluso expulsados de la colectividad. Nuestro ir y venir cotidiano es una adecuación a modelos preestablecidos por otros y que nosotros igualmente establecemos para integrarnos, cuanto mejor nos mimeticemoscon el modelo requerido, más integrados nos sentiremos al núcleo dentro del cual debemos interactuar. Somos actores de “el gran teatro”, formamos nuestra “máscara vital”, para creer que somos aceptados y para mostrar que aceptamos a otros enmascarados, siempre y cuando nos reflejemos en sus aristas como un similar, somos, como dice Amelié Rorty, personajes multidimencionales y nuestras relaciones, lo que surge de ellas, éxitos, fracasos, las restricciones y libertades, así como la manera desarrollarnos dentro de la comunidad se van diferenciando según lo que queramos mostrar, construyendo una ficción que funge como verdadera, como algo natural que nos lleva a movernos sin cuestionarnos más alla de nuestras necesidades funcionales, pero viéndolo como algo natural. “Natural es todo aquello que inventaron los hombres y las mujeres antes que naciéramos nosotros; toda mentira que no cuestionamos es necesariamente una verdad. Una mentira útil nunca sirve al engañado sino al que engaña.” La comicidad critica la mentira que se nos da como verdad y hace emerger nuestra complicidad: nos engañamos porque nos es útil y no cuestionamos porque nos resulta cómodo. Pero también pactamos con esa sociedad, en esta farsa donde nos reflejamos con facciones maquilladas, nosotros no desvelamos sus fachadas, mientras otros no pretendan que desvelemos nuestro personaje creado, son los monstruos amaestrados por la diplomacia, constituyéndose en rectora de estas relaciones concéntricas de complacencia y centrífugas de cortesía.

   Nuestro mundo está pues construido de ese elemento representacional que a veces se convierte en rito, a veces en dictamen, otras en festividad, pero siempre como una armadura que protege nuestro universo de cualquier cosa que reconozcamos como amenazante, incluso de nosotros mismos. Somos lo que somos ante la sociedad y la manera en que codificamos, a partir de nuestra propia experiencia, los signos que se nos han dado para funcionar dentro de este cosmos semántico que nos permite la posibilidad de socializar mediante la mímesis.  


(fragmento para una presentación sobre Sor Juana)
 
 
 

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UN ENEMIGO DEL PUEBLO

HENRICK IBSEN
 

“…este el gran descubrimiento que hice ayer. El enemigo más peligroso de la razón y de la libertad de nuestra sociedad es el sufragio universal. El mal está en la maldita mayoría liberal del sufragio, en esa masa amorfa; (…) la mayoría no tiene razón nunca. Esa es la mayor mentira social que se ha dicho. Todo ciudadano libre debe protestar contra ella. ¿Quiénes suponen la mayoría en el sufragio? ¿Los estúpidos o los inteligentes? Espero que ustedes me concederán que los estúpidos están en todas partes, formando una mayoría aplastante. Y creo que eso no es motivo suficiente para que manden los estúpidos sobre los demás (…) Los hombres de la aristocracia intelectual están siempre en primera línea, lejos de la mayoría, y luchan por las nuevas verdades, demasiado nuevas para que la mayoría las comprenda y las admita. Pienso dedicar todas mis fuerzas y toda mi inteligencia a luchar contra esa mentira de que la voz del pueblo es la voz de la razón. ¿Qué valor ofrecen las verdades proclamadas por la masa? Son viejas y caducas. Y cuando una verdad es vieja, se puede decir que es una mentira, porque acabará convirtiéndose en mentira. En general, las verdades no tienen una vida tan larga como Matusalén. Cuando una verdad es aceptada por todos, sólo le quedan de vida unos quince o veinte años a lo sumo, y esas verdades, que se han convertido así en viejas y caducas, son las que impone la mayoría de la sociedad como buenas, como sanas. ¿De qué sirve asimilar tamaña podredumbre? Soy médico, y les aseguro que es un alimento desastroso, créanme, tan malo como los arenques salados y el jamón rancio. Esa es la razón por la cual las enfermedades morales acaban con el pueblo.
¿Se dan cuenta ustedes? La plebe es la materia prima que hay que transformar en pueblo. (…) La plebe a que me refiero no se encuentra sólo en las clases bajas; también bulle en torno nuestro, aun entre las clases más elevadas de la sociedad. Básteos mirar a vuestro propio alcalde. Mi hermano Pedro es tan plebeyo como cualquier otro bípedo calzado con zapatos.
Pero es un plebeyo, porque piensa lo que piensan sus superiores, porque opina lo que opinan sus superiores. Quienes hacen eso serán siempre plebeyos morales. Por ello digo que mi queridísimo hermano Pedro es tan poco noble en realidad, y por consiguiente, tan poco liberal.
Ese ha sido otro de mis descubrimientos; sólo el liberalismo tiene valores morales. (…) He aquí una vieja equivocación popular: creer que la cultura intelectual es contraproducente, que debilita al pueblo. Lo que de veras debilita al pueblo es la miseria, la pobreza, y todo lo que se hace para embrutecerle. Cuando en una casa no se barre ni se friega el suelo, sus habitantes acaban por perder en un par de años toda noción de moralidad. La conciencia, como los pulmones, vive de oxígeno, y el oxígeno falta en casi todas las casas del pueblo, porque una mayoría compacta, que es harto inmoral, quiere basar el progreso de nuestra ciudad sobre fundamentos arteros y engañosos. 


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